DEL CAMPO DE BATALLA A LA SALA DE CONCIERTOS

EN LOS días del rey Abías, los guerreros de Judá cayeron en una emboscada. Se hallaban rodeados por 800.000 soldados enemigos, lo que les dejaba en una proporción desfavorable de dos a uno. La huida parecía imposible. De repente, el sonido de las trompetas retumbó en el aire. El aumento de adrenalina en las venas impulsó a los hombres de Judá a lanzar un resonante grito de guerra y arrojarse a la batalla. A pesar de hallarse en desventaja, los soldados de Judá derrotaron a sus enemigos. (2 Crónicas 13:1-20.)

¡Qué alentador debió ser escuchar esas trompetas! Sin duda recordó a los hombres de Judá la promesa de Jehová: “En caso de que ustedes entren en guerra en su país contra el opresor que los esté hostigando, entonces tienen que tocar una llamada de guerra con las trompetas, y ciertamente serán recordados delante de Jehová su Dios y serán salvados de sus enemigos”. (Números 10:9.) El sonido de las trompetas demostró la confianza de Judá en Jehová, una confianza que fue recompensada.

El origen de este instrumento se remonta a mucho antes de este suceso bíblico. Había trompetas de metal en Egipto unos dos mil años antes de Cristo, que eran bastante diferentes de las que conocemos hoy día. Examine la evolución de este fascinante instrumento.

Las primeras trompetas

La palabra “trompeta” se deriva del término “trompa”, de origen onomatopéyico. El dramaturgo griego Esquilo (525-456 a.E.C.) definió el sonido de la trompeta como “estruendoso”. Su uso se limitaba a toques de batalla, funerales, celebraciones festivas, competiciones deportivas y otros acontecimientos populares.

Si bien las trompetas tenían un fin militar en Israel, también se emplearon para la música del templo. Se encargó a artesanos hábiles la fabricación de instrumentos de plata de gran calidad. En el templo, los trompeteros tocaban de forma tan armónica que se dijo que eran “como uno solo en hacer que se oyera un solo sonido [al mismo tiempo y al unísono, Biblia de Jerusalén]”. (2 Crónicas 5:13.)

Así, las trompetas en Israel no eran en modo alguno un instrumento rudimentario, ni a la vista ni al oído. No obstante, al igual que las trompetas de las naciones vecinas, su variedad tonal era limitada. Pasarían siglos antes de que se pudiera aumentar el registro tonal de la trompeta.

El perfeccionamiento de la trompeta moderna

Para incrementar el registro musical de la trompeta, era necesario modificar su forma. Lo primero que se hizo fue alargarla. Se pensaba que un instrumento más largo dispondría de un mayor repertorio de notas. De hecho, una trompeta de la Edad Media (llamada buisine) medía 1,8 metros de largo. Como cabe imaginar, resultaba bastante difícil de tocar. Por eso, en el siglo XIV, se dio a la trompeta forma de S para facilitar su manejo. Un siglo más tarde adoptó una forma oblonga, curvada sobre sí misma, que disponía el tubo en tres secciones paralelas. La nueva trompeta producía más notas, pero solo con un registro más agudo. Aunque estas notas eran difíciles de alcanzar, algunos compositores comenzaron a escribir música para clarino, pues el instrumento era adecuado para fragmentos musicales con notas altas. Un famoso compositor de esa época fue Johann Sebastian Bach (1685-1750).

Con el tiempo se fueron añadiendo a la trompeta nuevas secciones curvas de metal llamadas tonillos o piezas de recambio. La idea era sencilla: los nuevos tubos aumentaban la longitud del chorro principal de aire y producían así un mayor número de tonos. El uso de tonillos rebajó mucho la clave habitual de la trompeta: de fa a si bemol.

En consecuencia, en la época de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) había desaparecido el clarino de tonos agudos. El clarinete llegó a conseguir un registro más alto con relativa facilidad, mientras que la trompeta pasó a ocupar una posición intermedia.

Esta nueva trompeta poseía gran versatilidad, pero seguía siendo difícil de tocar, pues era necesario el empleo de ambas manos para ajustar los tonillos. Se hacían necesarios nuevos cambios.

Trompeta de llaves

Hacia 1760, un músico ruso de nombre Kolbel realizó un descubrimiento revolucionario. Colocó junto al pabellón de la trompeta un orificio, que recubrió con una llave acolchada que servía de tapadera. Al abrir esta llave, se elevaba en medio tono el valor de cualquier nota. En 1801, un trompetista de Viena llamado Anton Weidinger mejoró el diseño de Kolbel al crear una trompeta de cinco llaves. Por fin se tenía una trompeta manejable capaz de producir todas las notas de la escala musical.

Sin embargo, la trompeta de Weidinger todavía tenía una grave limitación. La apertura de las llaves estorbaba la resonancia del instrumento, alterando el sonido distintivo de este. Por esa razón, la trompeta de llaves no duró mucho. Al poco tiempo se abandonó en favor de un diseño completamente innovador.

La primera trompeta de pistones

En 1815, Heinrich Stölzel, oriundo de Silesia, adquirió la patente de un invento que añadía pistones, o válvulas, a la trompeta. Al colocarlos en orificios situados estratégicamente, los pistones desviarían el chorro de aire del tubo principal a un tonillo. Se podían utilizar al mismo tiempo y en diversas combinaciones varios tonillos de longitudes distintas. Además, como las válvulas disponían de muelles, se obtenía una reacción inmediata.

Al principio había problemas para conseguir la entonación adecuada. No obstante, con el paso de los años se corrigieron las imperfecciones, y la trompeta de pistones ha perdurado hasta nuestros días.

Conocida por su versatilidad

La trompeta ha encontrado sitio en casi todos los estilos musicales. Armoniza con la voz y con otros instrumentos. Su tonalidad heroica y marcial la hace perfecta para fanfarrias y marchas. Al mismo tiempo, posee una resonancia brillante y vibrante que la hace adecuada para conciertos, óperas y jazz. No solo eso, sino que por sus grandes cualidades líricas se presta admirablemente para baladas y solos.

Sí, la trompeta tiene una larga historia. Ya no es un simple instrumento de llamada en las manos de un soldado. Ahora puede crear verdadero arte musical, al menos en las manos de un virtuoso. Sin importar sus preferencias musicales, seguramente usted habrá disfrutado de escucharla.