Las trompetas metálicas eran ya conocidas en la más lejana Antigüedad, siendo la mayor parte de ellas de bronce, fabricadas por el método de cera perdida. Todas ellas tuvieron un uso militar o religioso, y excepcionalmente de carácter civil: eran instrumentos para transmitir señales, especialmente para comunicar informaciones. Los sonidos producidos llegaban a inspirar terror y su timbre, según lo evocan autores de la Antigüedad, parece haber sido especialmente desagradable.
Los egipcios, que atribuían la invención de su trompeta al dios Osiris, la utilizaron como accesorio militar y cultural. Se descubrieron dos trompetas en la tumba del faraón Tutankhamon, que vivió hacia el 1350 a. de C.: miden respectivamente 50,5 cm y 58 cm de largo, presentando un ancho pabellón, pero sin una embocadura propiamente dicha; la primera es de bronce, la segunda de plata, lo cual constituyó sin duda una excepción; en el Museo del Louvre, en París figura una tercera trompeta egipcia. Entre los hebreos lo que dominó fue el carácter sagrado de éste instrumento: la chatzótzráh, que exclusivamente tocaban los sacerdotes anunciaba las asambleas y acompañaba las consagraciones y los sacrificios; tuvo sin embargo un uso militar ya fuera para dar la alarma o bien para levantar los campamentos. La trompeta hebrea era corta -unos 45cm de largo- con un tubo cónico de plata batida que, según un comentarista de traducciones bíblicas, producía "un sonido homogéneo e ininterrumpido", o bien en dúos de dos trompetas, es decir "articulando distintamente varias notas diferentes"; sin duda era así como sonaban en las batallas.
El salpinx de los griegos, cuya invención se atribuía a Atenea, fue uno de los instrumentos específicamente militares aunque también acompañaba ciertas ceremonias religiosas -procesiones y sacrificios- y se tocaba con ocasión de los pregones; el arte de tocar la trompeta figuró también entre las disciplinas olímpicas. Era más largo que la trompeta hebrea -aproximadamente un metro- hecho de hierro, de bronce, a veces de plata, de tubo estrecho y embocadura de cuerno o de hueso; antes del pabellón, que era esférico y de dimensiones modestas, solían colocarse anillas decorativas o corredizas.
Los romanos conocieron dos tipos de trompetas copiadas de los etruscos: la tuba era más corta que el salpinx griego (un ejemplar conservado en el museo etrusco de Roma mide 1,17 mts. de largo) y conservaba la forma recta; el tubo cónico era de bronce, con una embocadura móvil y un pabellón ligeramente ensanchado; la tuba era utilizada en la infantería, pero también ocupó su lugar en la palestra con ocasión de los combates de gladiadores junto con la trompa y el órgano hidráulico, utilizándose ocasionalmente en determinados sacrificios religiosos. El lituus, por el contrario, fue un instrumento de uso exclusivamente militar que se empleó en la caballería: era una larga trompeta cilíndrica, de dimensiones variables (de 75 cm aproximadamente a 1,40 mts de largo) que tenía el extremo opuesto al de la embocadura doblado en forma de J, abierto sobre un pabellón a veces recortado. Como en el caso de la tuba, el tubo del lutuus era de bronce; el timbre de estos instrumentos debía resultar sin duda poco agradable: los autores romanos califican el timbre de la tuba de "ronco" y "aterrador". El del lituus era más agudo y sin duda bastante mas estridente.
Los celtas disponían de una trompeta militar llamada karnyx que seguramente influyó en la forma del lituus romano. El tubo de la karnyx, enteramente de bronce, se dobla en ángulo recto y acababa en un pabellón en forma de cabeza de dragón; este tipo de trompeta fue reproducido en el 113 d. de C. en el arco de Adriano, en Roma. Los pueblos nórdicos -Escandinavia, norte de Alemania, Irlanda- han utilizado una gran trompeta llamada lure o luur de la cual nos han llegado ejemplos perfectamente conservados a través de las escavaciones arqueológicas llevadas a cabo sobre todo en Dinamarca; la lure, de excelente construcción, medía entre 1,50 y 2,50 mts por término medio, era ligeramente cónica y presentaba la forma de S; el tubo se componía de dos partes curvas de diferente longitud, la segunda de las cuales estaba situada en un plano distinto a la primera. Por lo general los ejemplares que se han descubierto aparecen unidos de dos en dos, de idéntico tamaño y simétricos, lo cual hace suponer que se tocaban por parejas afinadas al unísono, o bien simultáneamente, o en alternancia; se colgaban en la bandolera y los dos músicos, uno junto a otro, debían sujetar cada instrumento en vertical por encima de su cabeza, se han hecho intentos con los ejemplares mejor conservados en los cuales se han conseguido los doce primeros armónicos y una escala cromática de una séptima a partir del sonido fundamental. Pero es poco probable que los antiguos aprovecharon esta extensión sonora.